Por Silvina Capellino Executive Account de Inmsa Real Estate Investments Company.

Sin duda que el Covid-19 llegó a la Argentina y en estas semanas se hizo notar, no sólo en el sistema sanitario. El
parate de todo el ámbito comercial del país ocasionado por la cuarentena obligatoria dispuesta por el Gobierno nacional, hizo que todo decaiga.

Así, cayeron los comodities, las bolsas y la actividad económica en general, viendo afectada, por ende, la actividad inmobiliaria, con una caída fuerte en el volumen de transacciones y, muy posiblemente también, se verá reflejada en un ajuste en los valores de renta y venta, principalmente de oficinas y locales comerciales.

En este sentido, también vimos una importante devaluación, que generará que el actual más bajo rendimiento por alquiler de la historia, del 1,50% neto anual para una vivienda, tenga otra caída que perforará dicho piso y pondrá un nuevo récord mínimo histórico, que inclusive, en algunos inmuebles lo podría dejar a una tasa negativa, ya que, en su gran mayoría, los valores están pesificados.

Por otro lado, vemos una baja del costo de construcción en dólares, debido a la devaluación y la capacidad ociosa del sector, lo que genera un valor más competitivo en el precio de venta de obras nuevas, que impactará indudablente y llevará a un ajuste de precios en el inmueble usado.

De todas maneras, más allá de la baja de costos, no vemos una ola de nuevos proyectos, ya que al afectar esta situación a la economía en general, se ve impactada la capacidad de ahorro de los potenciales compradores, con lo cual, aquellos que podían ahorrare invertir desde pozo, verán afectada su posibilidad de hacerlo.

Incluso, esta situación que llega por la necesidad obligatoria de cumplir un aislamiento social, puede generar nuevos hábitos y tendencias laborales. Tal es el caso del homeoffice, que puede amenazar las oficinas tradicionales y los servicios de coworking, por la posibilidad de los trabajadores de elegir trabajar desde su casa, evitando así también la necesidad de alquilar ese espacio virtual tan en boga en nuestros días.

Si el escenario estaba con muy baja actividad previo a la pandemia, esto empeora aún más la situación. Veremos menor cantidad de operaciones en el mercado usado, poca actividad en proyectos nuevos, aunque sí pensamos que habrá algunos desarrolladores que, teniendo terrenos, quieran aprovechar construir a un valor metro cuadrado más económico.

Para quien tiene un terreno y los dólares para hacer su casa, tal vez es un buen momento, ya que, al haber capacidad ociosa, podría ser ocasión para negociar materiales y mano de obra a un costo atractivo en dólares. Si de oportunidades se trata, para aquel que tiene dólares, además de ser buen momento para construir barato, también habrá oportunidades en compra de tierras de vendedores que quieran vender y se adapten a este nuevo contexto.

Para los más arriesgados, no en lo inmediato, pero quizá en unos meses o el año próximo, se pueda ver una oportunidad para entrar en locales comerciales u oficinas principalmente en manos de empresas e inversores que les haya afectado mucho la crisis en su actividad, y necesiten liquidez para seguir operando. Desde Inmsa, entendemos que, para lograr altos rendimientos en la inversión inmobiliaria, lo más importante es comprender el timing de entrada y salida, y sólo entramos en mercados que hayan sufrido una fuerte pérdida de valor y estén empezando a recuperar.

Como lo venimos sosteniendo desde hace 10 años -y creemos haber acertado-, Argentina aún no es mercado atractivo para entrar, y pensamos que va a llevar bastante tiempo para que ello suceda. Tengamos en cuenta que esto no es sólo producto del Coronavirus, sino que este contexto de falta de asimilación de un nuevo valor del inmueble usado, viene desde hace años, evidentemente por el apego al ladrillo como refugio del valor.

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Fuente: Editor Económico